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Cómo citar este artículo:
Meza Cisneros, J. A. (Enero – junio de 2024). La toma de decisiones en el bono de desarrollo humano en Ecuador. Sathiri (19)1,
10-25. https://doi.org/10.32645/13906925.1260
decisiones elegirían la alternativa que les permita lograr los nes o promover los valores que
guían su toma de decisiones.
Según el modelo clásico de toma de decisiones (Gunther, 2014), los encargados de trazar
políticas hacen un cálculo sobre dos dimensiones básicas ‒utilidad y probabilidad‒ y suponiendo
que son “racionales” intentan llevar al máximo la utilidad esperada. En otras palabras, después’
de que todas las alternativas disponibles han sido analizadas, los valores y las probabilidades
evaluadas, los encargados de tomar decisiones eligen su curso óptimo.
Según Snyder, se puede suponer que los encargados de tomar decisiones actúan en
“términos de preferencias nítidas” (Snyder, 1962 citado en Gunther, 2014). Sin embargo, estas
preferencias no son enteramente individuales, sino que derivan de diversos factores, entre ellos,
las reglas del sistema organizativo, la experiencia organizativa compartida durante un período
de tiempo y la información disponible para la unidad de decisión (Snyder, 1962). Además, estas
preferencias también se ven inuenciadas por las biografías de los individuos involucrados en
el proceso de toma de decisiones (Snyder, 1962).
Nadie ha desaado el modelo clásico de toma de decisiones racional de forma más fundamental,
mientras que sin embargo se mantenía dentro de un marco racional, que el eminente economista y
teórico de la administración: Herbert Simón, quien postula un mundo de “racionalidad limitada”.
Sustituye el concepto clásico de comportamiento optimizador, por la noción de comportamiento
“satisfactorio”. Esto presupone que los encargados de trazar políticas no diseñan realmente para los
“contras” de valor de cada una y las evaluaciones de probabilidad de las consecuencias esperadas.
Por el contrario, sugiere Simón (Gunther, 2014), que las unidades de toma de decisiones examinen
alternativas secuencialmente, hasta que lleguen a una que responda a sus patrones mínimos de
aceptabilidad. En otras palabras, la gente sigue rechazando las soluciones insatisfactorias hasta que
llega a una que puede coincidir en que es lo sucientemente satisfactoria para permitirles actuar.
La administración pública y la toma de decisiones: hoy en día la administración pública
se encuentra en plena transformación en favor de satisfacer la demanda de los ciudadanos, el
cual exige que se le provean de los servicios y bienes públicos e incluso exigiendo criterios de
calidad, eciencia y ecacia, con igualdad y sobre toda transparencia (Franciskovic, 2013). Es
por ésta razón que resulta sumamente importante, que los líderes de la administración pública
deben innovar y actualizarse en los modelos de toma de decisiones, cuyo propósito es romper los
modelos actuales de la gestión pública que se ha caracterizado por ser rutinario (monótono) y de
calidad disminuida, dejando a los directivos con la escasa posibilidad de ejercer la autonomía,
limitando sus funciones en la solución de problemas cotidianos y perdiendo la atención en los
aspectos estratégicos de la organización (Makón, 2000).
Y es por lo anteriormente expuesto, que surge la necesidad de mejorar las prácticas
administrativas en la gestión pública; diseñando e implementando nuevas formas de realizar
las actividades y ejercer las funciones en espacios innovadores y exibles para los directivos
públicos, empleando herramientas que permitan apoyarlas, para alcanzar los objetivos y los
resultados esperados, de ahí el nacimiento de la Nueva Gestión Pública.
Con la implementación de la Nueva Gestión Pública se pretende que el gobierno, a
través de sus directivos alcance niveles de aceptación entre sus ciudadanos por la mejora de la